26.8.09

La fiesta de la bruja

No subestimes
la bondad,  la sinceridad
 y la disposición
del corazon no tan casto
de una bruja
Las mujeres tienen (tenemos) que ser buenas. O por lo menos aparentar. Lo traen en la cabeza como algo predeterminado y configurado desde bebitas, influenciadas por fábulas, cuentos de princesas y telenovelas, cambiando únicamente las historias y las protagonistas de acuerdo a la época, pero el final siempre es igual: las pérfidas y malvadas siempre pierden ante la bondad, la sumisión y docilidad de una doncella de corazón casto, por más estúpida y rústica que sea.


"Soy hija de familia", “Es mi primera vez, soy virgen”, "Lo importante es tener valores morales y éticos", "Lo primero son mis hijos", “Yo jamás haría algo así…” “Prometo serte fiel, en lo prospero y en lo adverso…”, “Platicar de cortinas y recetas es lo mejor”, “Mi marido dice que está en junta y le creo”, “Esperar todo el día a mi marido y servirle la cena, es lo mejor que me pudo haber pasado”, “Doy la vida por mi familia” blablablabla ¡puras sandeces!

Pero para darle sabor a la vida, siempre aparecerá una malvada orgullosa que hace de su maldad una fiesta: una bruja que siendo bruja se come a las pérfidas y a las doncellas.

1 comentarios:

Eric Ahumada dijo...

Las mujeres que buscan su propio abismo, siempre será inspiradoras...

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