Fotografía Hans Bellmer

De vez en cuando, abre los ojos y despierta de su delirio durante unos minutos. En estos cortos intervalos, durante los que se da cuenta de dónde está, se castiga abofeteándose (la enfermera le ha soltado las manos).

¡Hay tanto frenesí y tanta pasión en esta enferma!
La mujer no es joven ni bonita. No tiene dientes. Es sólo obscena. Está delgada, y suda. No se cansa de entregarse a su imaginaria pareja, pero incluso este espectáculo, cuando se repite varias veces, llega a aburrir.
Por la actitud de su cuerpo (en el momento del orgasmo), esta mujer se parece a uno de esos asombrosos cepalópodos que solía dibujar Bellmer: la mujer toda cabeza y vientre. Los brazos son sustituidos por patas. O sea, que no tiene brazos. A esta enferma no le falta ni la repulsiva lengua de los cafalópodos de Bellmer".
El hombre jazmín
2 comentarios:
Que ridiculo dejar el espacio de comentarios tan pequeño, se ve fatal. Con razón nadie te comenta.
Además, cuanta cursilería.
ah, y las letras de verificación son un problema verlas. Qué ocurrencia la tuya de acortar esto.
Publicar un comentario